De lo espiritual en el arte

Vasili Vasílievich Kandinski nació en Moscú el 16 de diciembre de 1866. Kandinsky entendía la pintura y el arte en general (música, danza,…) como un medio de expresión del alma del ser humano. Para él, el valor de la obra de arte no está en lo exterior, en la copia de la realidad sino en lo interior, en la expresión anímica del artista reflejada en lo profundo y que hace que el espectador vibre igualmente.
Kandinsky estuvo, como otros intelectuales de su época, influenciado por el movimiento teosófico de madame Blavatsky, incorporando la espiritualidad y lo sagrado en su obra.
En el año 1912 publicó el libro «De lo espiritual en el arte». En este libro se detalla el concepto de la pintura y del arte en general que tiene Kandinsky. En sus páginas desarrolla la teoría del color, su formación, lo que inspiran y provocan en el espectador, sus relaciones con la forma y sus evoluciones. Lo importante no es tanto los conceptos técnicos sino su significado, la energía y el simbolismo implícito en las formas geométricas como el círculo o el triángulo, en los colores, en las combinaciones y en suma, en la composición.
Para Kandinsky la composición final es un todo que impacta en el espectador y que, empleando elementos abstractos en lugar de elementos del mundo externo que son reconocibles, provoca un efecto mayor al presentar las formas puras. Estas formas puras residen en un mundo abstracto por detrás de las formas reales, de alguna forma se movería en el mundo anímico de la realidad, el mundo espiritual. Este pintor supo encontrar y transmitir el sentido del arte: transformar almas. De ahí que el artista se deba convertir en lo que denomina mago de la belleza, con el fin de que sepa obrar lo sagrado.
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En el apartado de leyendas, nos fijaremos en la leyenda eslava «El pájaro de fuego», leyenda en la que se inspiró el compositor ruso Igor Stravinsky para componer en el año 1910 un ballet.